martes, 17 de junio de 2014

¡Cariño! Me han encogido el pene

Para un hombre es importante que su herramienta funcione correctamente, y añadiría que la continuidad de la relación en pareja dependerá, en parte, del buen estado de forma de la susodicha. Así pues, el pene pasa a ser un órgano vital para el ser humano, motivo por el que cualquier síntoma anormal que pueda sufrir hace que vayas directo al urólogo sin pensarlo. Creo que ningún varón que esté leyendo esto ahora va a querer ponerse en la piel del protagonista de la historia que os traigo. ¿Preparados?

Un canadiense ha denunciado a un hospital de Montreal (Canadá) por haberle reducido su miembro viril 2,5 centímetros en una intervención quirúrgica. Claro, porque luego dicen que el tamaño no importa, y si, si importa. Él sabe que su aparato reproductor pasaba a ser de segunda categoría por lo sucedido y por eso interpuso una demanda jugosa (155.000 dólares). No se ha hecho pública la identidad del demandante y lo veo completamente normal, pasaría a ser señalado como aquel al que le encogieron el pene.

En verano del 2011, el pobre hombre fue al hospital tras lesionarse su parte más preciada mientras practicaba relaciones sexuales con la que entonces era su pareja. En ese momento solo le diagnosticaron un traumatismo menor por lo que no se veía necesario una intervención quirúrgica. Pero, al tiempo, viendo que le era imposible tener una vida sexual normal, volvió al médico. A la segunda visita, se le diagnosticó una fractura en el pene que requería operación. Un momento para tragar saliva amigos, si he dicho "fractura en el pene". ¡Qué dolor!

Tras la intervención, una "cicatriz permanente" provocó la reducción de los 2,5 centímetros que os comentaba antes. Pero ese no fue el único contratiempo, porque el paso por el quirófano le produjo una disfunción en el aparato reproductor que trajo consigo la ruptura de la relación con la mujer que estaba. Me está empezando a parecer poco lo que reclama como indemnización el canadiense.

Moraleja: Antes de que os toquen vuestras partes más preciadas, cercioraros de que quien vaya a manipularlas sea una persona competente. Pueden desgraciaros de por vida.

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