martes, 10 de junio de 2014

Un profesor sella la boca de una alumna como castigo

El castigo físico no es la solución.
Hay veces que los profesores no saben como controlar sus alumnos en clase. Para ellos no es sencillo mantener el orden en las aulas, más cuando los estudiantes se les han subido a la chepa por falta de autoridad. A los niños te los tienes que ganar, entonces te respetarán y valorarán tu profesión como se debe. 

Un profesor ha decidido ir un poco más allá a la hora de conseguir silencio en su clase para poder dar docencia. Viendo que la clase no callaba, cogió a una de las que armaba más jaleo, Elsie Smith, y le selló la boca con celofán. La niña de 11 años se pasó un cuarto de hora con la boca cerrada, cosa que no gustó nada a su padre que se quejó a la dirección del colegio. Dentro del centro todos están de acuerdo con que la forma de actuar del profesor no fue la adecuada, pero no se ha sancionado al profesor por ello. "Todos los niños estaban hablando en clase, entre ellos estaba mi hija, que simplemente no calló. El profesor sólo tenía que haberla echado de clase, no puedo poner un dedo encima de los críos" declaraba Mark Smith, el padre de Elsie.

El profesor se ha disculpado por el suceso tanto a la familia de la niña como a dirección del colegio, pero esto para el padre no es suficiente. "¿Dónde está el castigo? Porque ese señor sigue impartiendo clase" dijo indignado Mark. Él esperaba que el colegio lo suspendiera o lo echara. 

Está claro que los niños no son todos unos santos, pero seguro que se os ocurren mil maneras de haber hecho callar a Elsie. Mirad, hubo un profesor que amenazó a los alumnos con contarles spoilers de la serie Juego de Tronos si no se callaban. Él se había leído la serie en novela y podía decirles que personajes morían en cada temporada. ¿Habéis visto? Original y 100% efectivo. Ser profesor no es fácil, pero hay castigos y castigos para que tus alumnos te tomen en serio. No es necesario llegar al extremo del maltrato. Desde aquí mando un "cálido" saludo a la profesora que me dio con el canto del libro de lengua en toda la cabeza, y no la nombro porque aún se pensará que le guardo cariño o respeto.

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