Un vuelo puede ser una tortura para un niño de 4 años. Se tiene que quedar sentado con cinturón atado, sin muchas cosas que hacer más que mirar el televisor. Si tiene suerte a lo mejor le ponen una película de dibujos animados durante el viaje, pero si no es así, ¿con qué puede pasar el rato?
Os presento el caso de un niño de 4 años que viajaba con su familia desde China a Corea del Sur. El pequeñajo, aprovechando un despiste del padre, cogió su pasaporte y sin tener conciencia de la importancia del documento que estaba sosteniendo, empezó a garabatear la parte donde salía la foto de su padre. Menuda obra maestra. (ver foto)
Al padre le dibujó unos cuantos pelos de más, los ojos más grandes, una barba descuidada y unos labios que ni Carmen de Mairena. El niño no se donde debió coger esa imaginación porque los chinos no es que gasten esos ojos y menos esos labios. Lo que dibujó junto a la foto del padre tiene un punto de estilo Dalí. Se intuye que son personas y animales. Fijaros con el personaje del medio de la foto, parece contento, ¿no? O eso, o que tiene una hernia espectacular en los bajos. Aunque lo más gracioso, es que el niño volvió a ver la imagen de su padre arriba a la derecha en azul y volvió a pintarle la barba descuidada y los cuatro pelos de más en la cabeza. Un mensaje se ve claro, el niño le está pidiendo a gritos al padre que se cambie de look, que se pongo pelo en la cara. El hombre debe de asustar afeitado.
Bromas a parte, al aterrizar el padre tuvo que mostrar su pasaporte en aduanas. ¿Qué pasó? Pues que las autoridades coreanas lo mantuvieron retenido hasta verificar la autenticidad del documento de identificación. El pobre hombre estaba irreconocible.
Para el próximo viaje los padres ya saben lo que tienen que hacer, ponerle episodios de Bob Esponja y Dora la Exploradora o darle un cuaderno para colorear. A lo mejor se hacen hasta ricos, el crío promete.
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