Una madre lo da todo por sus hijos, las madres nos dan la vida y darían la suya con tal de que nosotros siguiésemos vivos. Dicho estas verdades como puños, nadie puede entender como un hijo puede hacer tal barbaridad a su madre. No es cruel, e incluso no se puede describir como espeluznante o repulsivo, porque serían adjetivos que quedan muy lejos para encontrar las palabras exactas para definir lo que ha sucedido en Tenerife.

Todo sucedió la semana pasada, cuando el 112 recibió una llamada para acudir al domicilio de una familia avisando del fallecimiento de una mujer de 76 años. Al llegar a la vivienda, se encontraron el cadáver de la pobre mujer, tumbada en la cama en posición fetal con un irrisorio peso de 25 kilos. La mujer habría muerto por falta de alimentación, los servicios de emergencia diagnosticaron que tenía signos evidentes de desnutrición. Los primeros informes de la autopsia concluyen que el cadáver presentaba indicios de falta de mínimos cuidados de higiene y sanitaria, además de úlceras provocadas por una posición duradera del cuerpo junto a la alimentación insuficiente, por no decir nula. Una insuficiencia respiratoria fue lo que provocó su fallecimiento.
Me cuesta dormir pensando que se deja vivir a estos seres sin corazón. Se les deja viviendo a pensión completa en prisiones del estado que acabamos pagando todos los ciudadanos con nuestros impuestos. Para estos no tendría que haber justicia, sino únicamente mano dura. Muy dura. Pero como lo que se me pasa por la cabeza no va ocurrir, ya que estamos en un país en el que este tipo de personas tardan poco en salir a la calle, solo espero que se pudra y viva una vida miserable rodeado del mayor montón de mierda posible. Lo sé, si su madre volviera a la vida, sería la única que iría a su rescate. Benditas madres...
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