La obesidad se ha convertido en una de las enfermedades más comunes en el mundo en el qué vivimos. Sea por una vida sedentaria, por una mala alimentación, por cuestiones de metabolismo o una mezcla de todas ellas, muchos son los afectados. Un alto porcentaje de ellos buscan remedios para que la situación no vaya a más, sin embargo, parece que no todos quieren sentirse mejor consigo mismo y dejan su salud día a día en rutinas autodestructoras.
Steven Assanti, de 33 años y residente en Cranston, sufre obesidad mórbida desde hace un buen tiempo. Cuando ingresó en el hospital de Rhode Island pesaba 362 kilos. Entró ahí para empezar un plan de dieta muy agresivo y riguroso con el que había perdido 9 kilos en los últimos meses. Pero por culpa de un error que cometió, envió todo al garete. Su fortaleza mental se vino abajo, le vino una gula tremenda y pidió una pizza. Hecho que provocó su expulsión inmediata del hospital al creer que esa pizza era peligrosa para su salud. "El hospital me ha expulsado por mi actitud y me han dicho que no quieren saber nada más de mi tratamiento", explicaba Steven al Daily Mail. "Amo la comida, siempre me ha gustado comer. Nunca se me pasó por la cabeza que iba a dañarme la salud y acabarme convirtiendo en el monstruo que soy. No me siento humano", declaraciones que recogieron los micrófonos de la televisión local.
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