lunes, 23 de noviembre de 2015

Vendió la casa mientras su marido infiel estaba de viaje

Las infidelidades están a la orden del día. Se ha perdido el respeto a esa frase, para los modernillos un poco casposa, de "te amaré hasta que la muerte nos separe". Madre mía, si hay algunos que al volver de la luna de miel, ya babean por las esquinas soñando en acostarse con otras. Hasta que un día, sin que sirva el alcohol como excusa, caen en las redes de la infidelidad. Hombres y mujeres juegan a esto y en algunos casos no les basta con tener un amante, parece que en la variedad está el gusto , ¿no? Mientras sus parejas viven en la inocencia y con dificultades a la hora de pasar por las puertas de su casa por los cuernos enormes que llevan sin ser conscientes de ello. Los privilegiados son esos que llegan a abrir los ojos y destapan la trama de sus parejas infieles. 

Laura frente a su casa que tardó poco en vender.
Un buen ejemplo es el de Laura Arnolds, italiana residente en la población británica de Nuneaton, que al enterarse de los cuernos que le había puesto su marido ideó una venganza memorable. Al echar un vistazo al móvil de Craig, su marido, vio que este tenía una aventura con una neoyorquina. Nueva York era el destino al que Craig le dijo a Laura que iba por negocios. ¡Anda qué curioso! Justo el mismo sitio de donde es su amante. Ella supo ser paciente y espero a que su marido cogiera su vuelo hacia la gran manzana. Según publica el Daily Mail, su cabreo llegó a tal punto que acabó vendiendo la casa donde vivían desde su enlace. Claro que sí, ¡con un par! Al ser los padres de Laura los que depositaron la fianza cuando compraron la vivienda, no necesitó la autorización de Craig. Por si no fuera suficiente, aprovechó por vender efectos personales de su marido, como una colección de palos de golf. Ya había cogido carrerilla y no había quien la parara.  

Imaginaros el careto que se le quedó a Craig cuando volvió de su escapadita al ver que, ¡en su casa vivían 6 estudiantes de la Universidad de Warwick! Cuando llamó al timbre, no abrió la puerta su mujer sino un hippie veinteañero. El colofón de esta historia es que en la entrada de la casa esperaban las maletas de Craig empaquetadas con su ropa. ¡Menudo panorama! Más claro no se lo podía haber dejado. "Coge tus maletas y vete".

Craig ha decidido no enfrentarse con su ya exmujer. Primero por sus hijos y segundo porque tiene todas las de perder en un juicio. Como decía antes, Laura ha tenido suerte de poder darse cuenta de lo que sucedía delante de sus narices. Ahora, Craig puede ser tan libre como quiera y Laura al menos podrá ir cicatrizando el daño que le han hecho. A él le quedó una cosa muy clarita, "no volvería a casarme con una italiana, cometí un error y lo he pagado caro". Ay Craig, las italianas serán bellas pero parece que sus venganzas son demoledoras...

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